Dentro de las cosas más difíciles para el cristiano es aprender el dominio de sus palabras. El aprender a hablar o callar, hace parte de la formación que Dios nos da a sus hijos, pues Él sabe que una palabra puede ser de bendición o de maldición, dependiendo del momento, el lugar y el receptor. Las palabras pueden incentivar a una persona a conseguir grandes sueños o pueden acabar con el anhelo de ir tras ellos; las palabras que salen de nuestra boca pueden edificar o destruir la vida de una persona.
Que el buen Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo haga resplandecer Su luz en sus corazones.