El ser humano es una esponja que va absorbiendo dentro del alma todas las experiencias, tanto buenas como malas. Estas experiencias van condicionando su forma de actuar en determinadas circunstancias.
La amargura causada por distintas situaciones nos priva de vivir la gracia de Dios, la cual se manifiesta a través de la vida abundante prometida por el Señor Jesucristo (Juan 10:10), la comunión con Dios y la llenura del Espíritu Santo.
Que Dios les bendiga, les guarde y llene con Su Espíritu Santo.