En el capítulo 13 del evangelio de Mateo, encontramos la famosa parábola del sembrador, en donde el Señor habla de cuatro tipos de terreno que puede ser el corazón del ser humano, y allí mismo, unos versículos más adelante, encontramos la explicación que el mismo Jesús le da a la parábola, por lo cual se hace innecesaria cualquier otra explicación de lo que es cada terreno.
Mas, sin embargo, sí podemos analizar algunos aspectos de la parábola, en comparación con el presente que vive el mundo. Hoy en día, en casi todo los lugares del planeta se predica la Palabra de Dios. El mundo de la tecnología ha permitido llegar cada día a más y más personas, pero cuando miramos la situación actual del mundo, nos damos cuenta que en muy pocas personas haya cabida la Palabra de Dios y peor aún, son mucho menos las personas en las que realmente se produce un verdadero fruto.
Hay muchos que oyendo, o aun leyendo, no logran entender lo que hay escrito en la Biblia, y por tanto, fácilmente Satanás arrebata lo que fue sembrado en su corazón, y por ende, esa semilla no produce fruto alguno.
Por otra parte, hay quienes reciben la Palabra de Dios con gozo, pero aún entendiéndola, cuando vienen las pruebas, la desecha, tal vez hasta renegando de Dios, y tampoco aquí puede la semilla producir algún fruto.
Otros escuchan la Palabra de Dios, pero su mente está inmersa en el afán que trae consigo este mundo; las muchas ocupaciones, el trabajo, el estudio, la diversión, el hogar, el pagar cuentas, y un sinnúmero de actividades, no permiten que la semilla crezca, ahogándola e impidiendo así, que produzca fruto.
Y por último, está aquel que la escucha, la recibe y la entiende. Éste se toma su tiempo para meditar en la Palabra de Dios y empieza a experimentar un cambio en su vida. Cabe aclarar que, en esta tarea, juega un papel fundamental el Espíritu Santo, pues entender la Palabra de Dios sin su ayuda es prácticamente imposible. Se necesita que Él ilumine nuestro entendimiento, pues la Biblia nos dice que aquel que no tiene a Cristo en su corazón, tiene cegado el entendimiento.
¿Ha producido fruto la Palabra de Dios en tu vida o tus actitudes siguen siendo las mismas? ¿Es tu fe, la misma fe débil, que en lugar de ayudarte a mantener tu esperanza firme en el Señor, se pierde cuando vienen las dificultades? ¿Sigues dándole mayor importancia a las cosas efímeras y pasajeras de este mundo, sobre las cosas que son eternas y verdaderas?
Aunque un terreno tenga muchas piedras, éste se puede limpiar; aunque un terreno esté lleno de espinos, éstos se pueden arrancar, para que la semilla que se siembre, pueda producir fruto. Nunca es tarde para limpiar el terreno de tu corazón, y así, la Palabra de Dios pueda transformar tu vida, de la manera que Dios quiere hacerlo.
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Dios te bendiga y que tengas un excelente día.