BIENVENIDO A MENSAJEROS DE VIDA ETERNA

Espero que el contenido de los temas expuestos en este blog, sirvan para que tu vida sea cimentada y edificada en la Palabra de Dios que produce vida en todo aquel que la recibe.

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RAIMOND ESCORCIA ROMERO
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jueves, 16 de noviembre de 2017

EL MATRIMONIO

https://youtu.be/s8Ons-lxuk4
Comenzando el capítulo 19, Mateo registra otra importante enseñanza del Señor Jesús, esta vez, acerca del matrimonio. Como hacían cada vez que tenían la oportunidad, los fariseos se acercan a Jesús para probarle con sus preguntas, y en esta ocasión, le preguntan diciendo "¿Es lícito al hombre repudiar a su mujer por cualquier causa?". Pero Jesús les responde diciéndoles "¿No han leído...?". Los fariseos eran hombres que se jactaban de ser conocedores de la Palabra de Dios, y por esta razón, Jesús les responde así, como queriendo mostrarles cuán grande era su ignorancia al hacer aquella pregunta.

Y continúa en su respuesta diciendo que Dios, que desde el principio hizo al hombre y a la mujer, que el hombre debía dejar a sus padres, unirse a su mujer y serían una sola carne, y que por tanto, lo que Dios había unido, no debía separarlo el hombre.

Ellos argumentan una concesión dada por Dios a través de Moisés en la ley, cuando en Deuteronomio 24:1-4, les da instrucciones acerca de cómo debía efectuarse el divorcio, en caso de que el hombre hallara en su mujer alguna cosa indecente. Pero Jesús les aclara que Dios les permitió realizar el divorcio por la dureza de sus corazones, por el egoísmo que siempre ha primado en el ser humano, donde piensa únicamente en sí mismo, en su propia satisfacción, sin importarle otras personas, incluyendo a su propia compañera.

Es por esto que, hoy en día muchas parejas terminan en el divorcio, porque se casan teniendo como base el sentimiento de bienestar que les produce el estar con aquella persona, pero lamentablemente, el fundamento de la relación es la pasión, y cuando ésta se acaba o disminuye, así mismo empieza a disminuir el interés por permanecer con su cónyuge, viviendo así relaciones "desechables".

Pero la voluntad de Dios, como lo expresó nuestro Señor Jesucristo, es que la unión de una pareja sea indisoluble, y la razón es porque la unión matrimonial asemeja la relación que existe entre Cristo y la iglesia. La unión de una pareja, únicamente debe ser terminada por Dios, cuando se rompe por la muerte.

Es normal que una pareja pase por momentos de dificultad, en los que quisieran tirar la toalla y no continuar, pero es necesario que cada uno, venciendo su propio ego, decida luchar con todas sus fuerzas por mantener siempre la unidad en la relación, buscando solucionar y superar cualquier problema que se les pueda presentar.

Pero, a pesar de esto, el Señor incluyó una salvedad, por la cual una pareja puede acudir al divorcio, y es cuando se viola el pacto sagrado, cayendo en adulterio o fornicación. Pero mientras una situación semejante no se presente, te animo a que pidas fuerzas a Dios para que tu matrimonio no se vuelva una estadística más de divorcio.

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miércoles, 15 de noviembre de 2017

PERDONA A QUIEN TE OFENDA

https://youtu.be/tUX3FBLVT9M


En este capítulo 18 del evangelio de Mateo, el Señor Jesús le enseña a los discípulos otra lección trascendental para nuestras vidas: El perdón. Acerca del perdón es mucho lo que hay para decir, pero intentaré ser breve.

Pedro le pregunta a Jesús si debía perdonar a aquel que pecara contra él sólo siete veces, a lo que el Señor le responde: "no te digo que siete, sino aun, hasta setenta veces siete", dando a entender que no debemos llevar la cuenta de cuánto perdonamos, pues Dios no nos lleva la cuenta a nosotros. El perdón es algo que no puede tener un límite, como pretendía Pedro, pues Dios a nosotros no se cansa de perdonarnos nuestras faltas.

Muchas personas arrastran consigo durante años y años, sentimientos de odio, rencor, y resentimiento, debido a que no han tomado nunca la decisión de perdonar a aquellas personas que los ofenden, acarreando para sí mismos una vida de real amargura.

Después de responder a Pedro su pregunta, el Señor Jesús les refiere una parábola a los discípulos acerca del perdón, en la que nos enseña que Dios a nosotros nos ha perdonado muchísimo, tanto, que sería imposible llevar la cuenta de cuánto nos ha perdonado el Señor, pero que a nosotros nos cuesta perdonar aún pequeñas ofensas. Y termina diciéndoles, que así como en la parábola, si nosotros no perdonamos a nuestros hermanos, tampoco Dios nos perdonará a nosotros nuestras ofensas.

Y es que, muchas veces hemos orado a Dios con el "Padre nuestro", diciéndole: "perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden", pero sin ponerle inteligencia a las palabras que estamos repitiendo, pues esta frase quiere decir que le pedimos a Dios que nos perdone si nosotros perdonamos, pero también le estamos diciendo que no nos perdone cuando nosotros no perdonamos.

Lo que impide que tengamos en nuestro corazón la disposición de perdonar, es nuestro ego herido. Cuando alguien nos ofende, es nuestro orgullo el que impide que asumamos nosotros la ofensa, como lo hizo nuestro Señor Jesús, que después de ser golpeado, traicionado, abofeteado, insultado, escupido y torturado, lo único que tuvo para decir fue "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen".

Pero la falta de perdón es algo que abunda en nuestro país y en el mundo entero, donde la sed de venganza muchas veces nos enceguece, olvidándonos de la misericordia, aquella misma con la que esperamos ser tratados, cuando somos nosotros los que hemos cometido alguna falta.

Y si Dios nos ha perdonado tanto, ¿por qué no perdonar nosotros a los que nos ofenden? Tengamos en cuenta que nunca las ofensas que nos hagan los demás, serán tantas como las ofensas que cometemos nosotros en contra de nuestros hermanos y en contra de Dios, y si nosotros no los perdonamos, tampoco Dios nos perdonará a nosotros.

Pídele a Dios que ponga en ti un corazón perdonador, ya que así, también tú podrás ser beneficiario del perdón de Dios.

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martes, 14 de noviembre de 2017

LEVANTA AL CAÍDO

https://youtu.be/QYLV42kcojU
El versículo 15 comienza diciendo “por tanto”, lo que es un conector con el versículo anterior, el cual dice: “Así, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños”.

Entonces, como Dios no quiere que se pierda ninguno de los pequeños, Jesús les dice a los discípulos: “por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndelo estando él y tú solos…”

La falta de amor y misericordia, aún entre el pueblo cristiano, lleva a que muchas personas se pierdan, sólo porque en lugar de procurar el bien y el aprendizaje de los más débiles en la fe, se les juzga y condena, sin darnos a la tarea de enseñarles a corregir actitudes que no agradan a Dios. Debido a esto, también vemos a hijos de Dios luchando solos por levantarse cuando han caído, porque no existe ese amor de Dios en aquellos hermanos en la fe, que los motive a ver a aquel hermano restaurado; encontrándonos en lugar de ello, con la crítica y el chisme.

Pero como Dios no quiere que ninguno de Sus pequeños se pierda, la labor de los que han alcanzado alguna madurez espiritual, es la que reprenderles o exhortarles, es decir, hacerles caer en cuenta de sus malas actitudes, primeramente, hablándole a solas, pero si persiste en sus malas actitudes, hay que volver a exhortarle, pero esta vez con dos o tres personas que nos sirvan de testigos. Mas, si aun así, aquella persona continúa con su pecado, es necesario que la iglesia, es decir, todos los hermanos en la fe, realicen la exhortación; pero, si la persona persiste en su pecado, es necesario considerarle como gentil y publicano.

Pero, lejos de lo que muchos pueden pensar, esto no implica expulsar a tal persona de la iglesia. Los gentiles y publicanos, tienen en común que no han conocido al Señor, de aquí que, lo que Dios quiere, es que a aquellas personas les sea anunciado nuevamente el evangelio de salvación de nuestro Señor Jesucristo, puesto que no ha conocido al Señor y es imperativo que le conozca, para que pueda experimentar en su vida la transformación que Dios quiere.

Por esto, tu vida debe estar impulsada siempre por el amor, ya que esta es una labor que únicamente puede ser posible si el amor de Cristo está en nosotros. Esto nos permite concluir que en la mayoría de los cristianos, hace falta que se manifieste el amor del Señor, pues es el único que puede vencer nuestro egoísmo y llevarnos a asumir las ofensas de nuestros hermanos, de la misma manera que lo hizo nuestro amado Señor Jesús.

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