BIENVENIDO A MENSAJEROS DE VIDA ETERNA

Espero que el contenido de los temas expuestos en este blog, sirvan para que tu vida sea cimentada y edificada en la Palabra de Dios que produce vida en todo aquel que la recibe.

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RAIMOND ESCORCIA ROMERO
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jueves, 7 de septiembre de 2017

FRUTOS DE ARREPENTIMIENTO




Cuando Juan Bautista comenzó su ministerio, el cual consistía en preparar los corazones de las personas, sensibilizándolos para recibir al Mesías, el Salvador de la humanidad, empezó a predicar el bautismo de arrepentimiento.

El evangelio de Mateo nos muestra cómo en una ocasión llegaron muchos que hacían parte de los fariseos y los saduceos (dos grupos político-religiosos con la diferencia que los primeros creían en la vida después de la muerte, mas no así los saduceos), para hacerse bautizar por Juan.

Juan, en un tono muy fuerte, les llama "generación de víboras", seguido de la pregunta: "¿quién os enseñó a huir de la ira venidera?". A estos personajes, tanto Juan como Jesús, les hablaban de esta manera, porque decían conocer las Sagradas Escrituras, pero su manera de obrar no era consecuente con tal conocimiento. Pero no conformes con ello, oprimían al pueblo, buscaban sacar provecho de su posición de autoridad, no tenían amor por la gente, no eran justos ni hacían misericordia, en pocas palabras, como les dijo Jesús, eran ciegos guías de ciegos, que ni entraban al reino de Dios, ni dejaban entrar a los demás. Por esto, eran acreedores a "la ira venidera", cuando se manifieste el día de la ira de Dios.

Al llegar a Juan para ser bautizados, Juan sabía que no había en ellos un genuino arrepentimiento para bautizarse, sino que esperaban fuera otra ritual más, de los que estaban acostumbrados a realizar, rituales sin ningún sentido, ni actitud de corazón, sino que buscaban era el reconocimiento público, como cuando oraban o ayunaban, que lo hacían era para ser vistos por los demás, acerca de lo cual Jesús dejó claro que esa era su recompensa, y por lo tanto, nada podían esperar de Dios.

Por esto, Juan les dice, "Haced frutos de arrepentimiento", es decir, demuestren con sus actos que están arrepentidos realmente, lo que hacían, ya no lo hagan más. Dios, a través del profeta Isaías, exhorta a Su pueblo a no seguir haciendo rituales sin sentido, sino que aprendan a hacer el bien y que dejen de hacer lo malo, que sean justos, que ayuden a los que tienen necesidad, que restituyan al que ha sido tratado injustamente, etc.

De igual manera, cuando decimos estar arrepentidos, nuestros actos deben demostrar que realmente lo estamos. Pero, si seguimos haciendo lo que es desagradable a los ojos de Dios, ¿qué arrepentimiento es ese? ¿acaso nos creerá Dios?

Por eso, es necesario que nos fortalezcamos cada día delante del Señor en oración, pidiéndole que nos permita dejar de lado todas aquellas acciones y actitudes nuestras que no le agradan, y que en nosotros vea Dios la disposición a luchar contra todo eso que le confesamos. Sólo entonces, tomará un verdadero valor nuestro arrepentimiento.

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miércoles, 6 de septiembre de 2017

VENCIENDO LA TENTACIÓN




Es mucho lo que hay que decir acerca de la tentación, Por lo que en esta reflexión de hoy, presentaré sólo los aspectos más relevantes.

Y por eso comenzaré por decir que Satanás no tienta a quienes ya viven en el pecado, sino a quienes decidieron ponerle fin al señorío del pecado en sus vidas, para someterse en obediencia a Dios, por medio de Jesucristo; pues, ¿para qué tentar a quien ya está sometido y practica el pecado como estilo de vida? Quienes ya son esclavos del pecado, Satanás solo busca mantenerlos en esa condición, impidiendo que les resplandezca la luz del evangelio de Jesucristo.

Es por esto, que quienes hemos recibido a Jesús como Señor y Salvador de nuestras vidas, nos enfrentamos todos los días a la acción del tentador, quien busca someter nuestra voluntad a través de la seducción de nuestros sentidos. Su objetivo es hacernos perder nuestra comunión con Dios, pues un cristiano enredado en una lucha contra el pecado, será una preocupación menos para él.

La Palabra de Dios nos enseña, que Satanás (el tentador) conoce nuestras debilidades y es a través de ellas que busca hacernos caer en pecado. Él no tienta a todos de la misma manera, pues cada persona tiene diferentes debilidades. Mientras que algunos son débiles en la parte sexual, otros son débiles en el consumo de substancias que alteran el estado de conciencia, tales como el alcohol o las drogas. Otros son débiles en cuanto al deseo desmedido por poseer dinero y bienes materiales (avaricia), otros son contenciosos, irascibles, mentirosos, etc. Por eso, el apóstol Santiago enseña que cada uno es tentado cuando es traído y seducido por sus propias pasiones. (Santiago 1:12-16).

Debido a ello, los cristianos debemos aprender a luchar y vencer al tentador, como lo hizo nuestro Señor Jesús, enfrentando la tentación con la Palabra de Dios, la cual tiene el poder para someter nuestras pasiones. El apóstol Pedro por su parte, nos enseña a que debemos permanecer sobrios y expectantes, pues nuestro adversario anda como león rugiente buscando a quien devorar (1ª Pedro 5:8-9). Ser sobrios implica que tengamos todos nuestros sentidos en máxima alerta, para identificar el momento en el que viene a nosotros el tentador, para resistirle firmes en la fe. Cuando nos sometamos a Dios y resistamos a Satanás, a él sólo le quedará huir de nosotros (Santiago 4:7).

Esta, en resumidas cuentas, fue la estrategia de nuestro Señor Jesús para vencer al tentador, siempre que este quiso desviarlo de la obediencia a Dios el Padre, y por consiguiente, es la misma estrategia que debemos utilizar quienes queremos vencerlo, siempre que quiera desviarnos de la obediencia a nuestro Padre Dios.

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martes, 5 de septiembre de 2017

DEJA A CRISTO ACTUAR




Al Trono de Dios llega todos los días una innumerable cantidad de oraciones de cristianos suplicando la respuesta de Dios en diversos asuntos, como sanidades, necesidades económicas, la realización de anhelos, etc. La Palabra de Dios nos enseña que estas oraciones suben delante de Dios como un incienso de olor fragante. (Apocalipsis 5:8; 8:3-4).

Aquí cabe aclarar que los santos a los cuales se refiere la Palabra de Dios, somos todos aquellos que hemos sido santificados por el sacrificio de nuestro Señor Jesús en la cruz, es decir, todos los que hemos recibido a Jesús como nuestro Señor y Salvador y no hace referencia a ningún “mártir de la fe” que haya sido “canonizado”.

Pero también hay muchas oraciones que no alcanzan a llegar al Trono de Dios, porque no tienen el ingrediente principal que es la fe, y el apóstol Santiago nos enseña que el que duda no recibirá cosa alguna del Señor. También en Hebreos 11:5, la Biblia nos enseña que sin fe es imposible agradar a Dios. De manera que, nuestra incredulidad impide que Dios responda nuestra necesidad.

La historia relatada por Mateo en los primeros versículos de este capítulo 8, nos permite encontrarnos con una sanidad realizada por Jesús de una enfermedad cutánea, de carácter asqueroso, difusivo y que también era incurable, llamada lepra. Las condiciones de esta enfermedad, hacían que quienes la padecían, fueran excluidos del pueblo y tuvieran que vivir en un lugar apartado. La violación de este exilio, podría suponer la muerte para el leproso.

Pero este hombre no permitió que el miedo por las consecuencias que esto le podría traer, lo detuviera. Él se acercó, se postró en adoración a los pies de Jesús y le dijo "si quieres, puedes sanarme". No dice que creía que el Señor pudiera sanarlo, sino que, con una breve frase declara una confianza que no conocía duda, de lo único que no estaba seguro es de si la voluntad de Cristo era sanarlo. Pero de lo que si estaba seguro, es que Cristo sólo tenía que “querer” hacerlo. Esto demuestra con cuánta “reverencia” cayó el leproso sobre su rostro delante de Cristo.

Jesús responde con misericordia al acto de fe de este hombre leproso y le concede aquello por lo cual imploró: la sanidad.

¿Cuando pides algo a Dios, lo haces con la certeza absoluta de que Él puede hacerlo, o la duda termina por arrebatarte la esperanza de recibir aquello por lo cual clamaste a Dios? Debes recordar que Dios promete concedernos todo aquello que pedimos conforme a Su voluntad.

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lunes, 4 de septiembre de 2017

EL TAMAÑO DE TU FE




En ocasiones uno escucha a la gente hablar de fe, pero con un sentido completamente distorsionado al que refiere la Palabra de Dios. Algunas personas dicen tenerle fe a un remedio, otros dicen tenerle fe a un "santo", o sino, le llaman tener fe a creer en Dios.

Para comenzar, debemos entender el origen de la palabra fe en las Sagradas Escrituras. La palabra que se traduce como fe al español, es el hebreo "emuná" y es una palabra que se aplica única y exclusivamente a la Palabra de Dios. También nos encontramos en el libro de Hebreos con una definición de lo que es la fe: "Es pues la fe, la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve" (Hebreos 11:1).

Con estos dos elementos, podemos entonces decir que la fe es la que nos permite tener la seguridad de que lo que esperamos de parte de Dios, es un hecho, y aunque nuestros ojos aún no vean materializado, así será sólo porque Dios lo ha hablado".

En esta definición entonces, podemos incluir las promesas de bendición y bienestar, el saber que nos perdona cada vez que nos acercamos a pedirle perdón por nuestros pecados, el hecho de que nos da la vida eterna, no porque seamos "muy buenos" sino por su gracia, y en conclusión, todas las verdades que nos encontramos en Su Santa Palabra.

Fue así, que el centurión que se acercó a Jesús para pedirle por su criado, sabía que no era necesario que Jesús fuera hasta su casa (pues no consideraba que su casa fuera un lugar digno para el Rey de Reyes y Señor de Señores), sino que, tan sólo con el pronunciar la sanidad de aquel hombre, esta sucedería. Tal declaración agradó a Jesús, pero también le sorprendió conocer el tamaño de la fe de este hombre, exaltándolo delante de la multitud, pues tal declaración de un hombre que no era israelita, demostraba que su fe era mayor que la fe de cualquier israelita, a quienes se le había confiado la Palabra de Dios.

Por eso, se hace necesario que conozcas la Palabra de Dios, que conozcas Sus promesas, y así, saber que puedes esperar de Dios todo lo mejor, gracias a Su amor y Su misericordia para con nosotros, sin albergar en tu pensamiento ni la menor sombra de duda. Créele, aunque estés en medio de la adversidad, aunque parezca que Él no responderá, porque Dios llegará a ayudarte justo a tiempo.

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