Vivimos en un mundo donde gobiernan las tinieblas, donde las personas caminan a tientas, porque la oscuridad les impide ver con claridad. La corrupción, la maldad, la violencia, odios y diversidad de crímenes, están a la orden del día.
La misericordia (cualidad de dolerse por la desgracia de otros) casi que ha desaparecido de nuestras sociedades. Es fácil burlarnos de los demás o atacarlos sin compasión, sin siquiera pensar cuán difícil puede ser para ellos el sobrellevar las situaciones por las que atraviesan, o simplemente, somos indiferentes ante el dolor.
La oscuridad reinante en los corazones de miles de millones de personas, ha convertido el hermoso lugar que Dios nos dio para habitar, un infierno para muchos, un lugar donde reinan la injusticia, la avaricia y el egoísmo. Como resultado, miles de niños mueren de hambre día tras día en algunos países, mientras en otros se desperdician toneladas de alimentos; y como esta, muchas otras situaciones que nos llenan de indignación.
La misericordia (cualidad de dolerse por la desgracia de otros) casi que ha desaparecido de nuestras sociedades. Es fácil burlarnos de los demás o atacarlos sin compasión, sin siquiera pensar cuán difícil puede ser para ellos el sobrellevar las situaciones por las que atraviesan, o simplemente, somos indiferentes ante el dolor.
La oscuridad reinante en los corazones de miles de millones de personas, ha convertido el hermoso lugar que Dios nos dio para habitar, un infierno para muchos, un lugar donde reinan la injusticia, la avaricia y el egoísmo. Como resultado, miles de niños mueren de hambre día tras día en algunos países, mientras en otros se desperdician toneladas de alimentos; y como esta, muchas otras situaciones que nos llenan de indignación.
Lo peor de todo, es que son muchas las personas que culpan de esto a Dios o que utilizan esto como excusa para negar su existencia. Esperan que Dios extermine a las personas culpables de todas estas injusticias; pero, si Dios lo hiciera, ¿quién quedaría vivo sobre el planeta?, Porque aunque muchos se crean justos, crean que con su forma de vivir no le hacen mal a nadie, la realidad es que ningún ser humano sobreviviría, si Dios decidiera acabar con quienes hacen maldad. O quienes pretenden que Dios violente la voluntad de algunos de los causantes de las injusticias que nos indignan, ¿estarían dispuestos también a que Dios violentara sus voluntades?
Por todo esto y mucho más, es que se necesita que quienes han recibido a Cristo en sus vidas, se rebelen contra la oscuridad que reina sobre la tierra, demostrando que los seres humanos sí podemos ser diferentes, que podemos hacer el bien a los demás, aunque nos hayan hecho mal a nosotros. Que podemos bendecir a quienes nos maldicen y que podemos ayudar a otros, dejando el egoísmo a un lado.
Jesús dijo "Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida." (Juan 8:12). Pero también nos dijo a quienes le han conocido y recibido: "vosotros sois la luz del mundo..." ¿Por qué? Porque aquel que le tiene en su vida, tiene esa luz para compartir con los demás.
Por eso, si aún no has recibido a Cristo en tu vida, toma la decisión de hacerlo, para que Su luz ilumine tu corazón, tu mente y tu camino cada día. Y si ya lo recibiste, no te conformes a vivir en las oscuridad de este mundo. Déjalo brillar con toda su fuerza.
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Dios te bendiga y que tengas un excelente día.