Desde el día que una persona abre su corazón para recibir a Cristo Jesús como Señor y Salvador, inicia un camino hacia la verdadera excelencia. El plan de Dios es transformarnos cada día hasta que seamos como nuestro Señor Jesucristo. (Efesios 4:13)
Nuestra vida como hijos de Dios debe ser de una gloria creciente y es por eso que nuestro Padre Dios quiere llevarnos a desafíos cada vez más grandes pero para esto ha de encontrarnos dispuestos, ya que Él no violentará nuestras decisiones.
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Dios les continúe bendiciendo.