Aunque
Dios nos ha hecho sus hijos, es probable que nosotros no andemos como es
debido, y aunque no merecemos la alta dignidad que Él nos ha dado, si debemos
nosotros procurar andar conforme a la dignidad que nos ha sido dada.
El
apóstol Pablo, antes de conocer a Cristo, andaba conforme a sus costumbres,
debido a la identidad que tenía como judío y fariseo, hombre conocedor de la
ley, pero ignorante de Dios. Por eso, su andar era digno de su posición, por lo
cual perseguía a los cristianos y si era posible consentía en la muerte de los
mismos, pues andaba como era digno de la clase religiosa. Pero después de que
tuvo su encuentro con Jesucristo, su andar fue diferente, pues ya su posición
era una completamente diferente. Entonces se hace siervo de Jesús y se hace
digno de su posición como hijo de Dios, honrando a Dios con su vida.