¿SOMOS TODOS HIJOS DE DIOS?

Seguramente habrás escuchado la frase "todos somos hijos de Dios" y hasta puede que la hayas pronunciado. Pero, ¿te has preguntado si es verdad que todos somos hijos de Dios?

Vamos a ver a la luz de la Biblia la respuesta a pregunta:

El evangelio de San Juan en el capítulo 1, versos 12 y 13, dice lo siguiente: "Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en Su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios".

En este capítulo, el evangelista está hablando de Jesús, de Su eternidad, de quién es para los hombres y de cómo tomó la decisión de venir al mundo. Pero dice que vino a lo suyo, es decir, al pueblo de Israel, pero éstos no lo recibieron. Entonces hace la salvedad que a los que sí lo recibieron y creyeron en Su nombre, el mismo Jesús, les otorgó el derecho de ser hechos hijos de Dios.

Entonces, de esto podemos concluir, que a aquellos que no lo recibieron, no les fue dado ese derecho, y por consiguiente, no todos los seres humanos somos hijos de Dios, aunque todos seamos criaturas (creación) de Dios.

Ahora, si comparamos estos versículos con Romanos 8:14-16, nos encontramos con que sólo los que somos guiados por el Espíritu de Dios, somos hijos de Dios, y que lo que operó en el momento de recibir a Jesús como Señor y Salvador, fue una adopción.

Cuando una pareja adopta un hijo(a), lo registra con su apellido, el cual lo identifica como miembro de esa familia. Pues bien, Dios no tiene apellido, pero nos registró con algo mucho más valioso que un apellido: Su Espíritu Santo. El Espíritu Santo es el sello con el que hemos sido marcados y que nos identifica como hijos de Dios y el que también, le da la seguridad a nuestro espíritu de esta nueva condición.

Y ahora que sabes lo que dice la Palabra de Dios, te pregunto:
¿ya tomaste tu decisión de dejarte adoptar por Dios aceptando Jesús, el Hijo por excelencia, como Señor y Salvador de tu vida?

Si no lo has hecho y quieres hacerlo, te invito a que hagas esta sencilla oración a Jesús el Cristo:

"Señor Jesús, hoy me acerco a ti para expresarte la necesidad que tengo de ti.
Sé y confieso, que Tú moriste en la cruz para pagar por mis pecados.
Hoy te abro las puertas de mi corazón, pidiéndote que entres a mi vida; te recibo como mi Señor y Salvador, para que hagas de mi, la persona que Tú quieres que yo sea.
Gracias por darme la vida y por hacer posible que hoy yo sea hijo del Padre Celestial.
Amén".

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Dios te bendiga y que tengas un excelente día.