https://youtu.be/IOqTfYePimo |
En esta ocasión, vemos que unos
personajes bastante molestos, como eran los escribas y fariseos, que siempre
tenían sus ojos puestos en Jesús y sus discípulos, con el objeto de encontrar
en ellos alguna falta y así tener de qué acusarles, se acercan a cuestionar a
Jesús, porque sus discípulos estaban desobedeciendo una tradición de los
judíos, en donde no debían sentarse a comer con las manos sin lavar.
Jesús les responde preguntándoles
por qué ellos desobedecían los mandamientos de Dios por sus tradiciones, pues a
la gente le decían que, con dar ofrendas en el templo, ya con eso estaban
ayudando a sus padres, invalidando el mandamiento de Dios que dice “Honra a tu
padre y a tu madre”, y “el que maldiga a su padre o a su madre, muera
irremisiblemente”, y no le dejaban hacer más por ellos. Esto con el fin de que
sus ofrendas fueran más grandes.
Seguido de ello, los llama “hipócritas”,
ya que eran personas que mostraban una cara ante la gente, pero en su interior,
eran otra cosa totalmente diferente. Vivían únicamente de apariencias. Además,
les recuerda la profecía de Isaías cuando dijo: “este pueblo de labios me honra,
mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, enseñando como
doctrinas, mandamientos de hombres” (Isaías 29:13).
La relación que estos personajes
tenían con Dios, tan solo era una tradición enseñada, pero en realidad, no
conocían a Dios, no le obedecían, no escuchaban Su voz, no le obedecían de
corazón.
Hoy en día, muchas personas viven
de la misma manera, pues su relación con Dios se basa en tradiciones que han
sido transmitidas de generación en generación; pero no conocen a Dios ni Su
palabra, por consiguiente, tampoco pueden obedecerle, no escuchan Su voz y su
fe no llega a ser ni como un grano de mostaza.
Si esta es tu situación, si hasta
el día de hoy no has tenido una comunión con Dios basada en la persona de Jesucristo,
te invito para que te acerques a Dios, teniendo en cuenta que Jesús dijo: “Yo
soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie viene al Padre, sino por mi” (Juan
14:6). Si te acercas al Padre, en el nombre de Jesús, Él siempre te recibirá
con los brazos abiertos.
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Dios te bendiga y que tengas un excelente día.
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