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Terminando el capítulo 15, Mateo narra cómo Jesús realiza por segunda vez, el milagro de multiplicar los panes y los peces, para darle de comer a una multitud que, aunque bastante numerosa, era inferior a la multitud que le acompañaba la primera vez. Además, narra cómo Jesús le cuenta a sus discípulos lo que hay en Su corazón. El Señor sintió compasión por todas aquellas personas, pues ya llevaban tres días con Él y no tenían qué comer. Si los enviaba así a sus casas, les faltarían las fuerzas y muy probablemente se desmayarían por el camino.
La pregunta con la que responden los discípulos, no implica que ya hubieran olvidado la multiplicación anterior, sino que le transferían al Señor la responsabilidad de alimentarlos. Recordemos que, cuando hizo el primer milagro, los discípulos le expresaron su preocupación por la gente, diciéndole que los despidiera para que pudieran ir a comprar víveres por el camino, mas Jesús les respondió "dadles vosotros de comer". Sin embargo, en esta ocasión, es Jesús el que les hace saber que no quiere enviarlos sin que hubieran comido, y de esta manera, pudieran tener fuerzas para el camino.
Y es en este punto en donde nos enfocaremos en esta ocasión. Después de estar con el Señor durante tres días, era necesario que aquellas personas regresaran a sus casas, pero lo que es cierto, es que Jesús no iba a permitir que se fueran sin las fuerzas necesarias para recorrer el camino que les esperaba. De igual manera, el Señor sabe nuestras luchas y desafíos de cada día, y su compasión por nosotros, motivada por el gran amor con que nos ama, hace que siempre quiera proveernos lo necesario para que culminemos aquellos caminos que emprendemos.
Para recibir de sus manos las fuerzas que necesitamos, es necesario acudir a Él. Aquellas personas estuvieron tres días con Jesús, y sin embargo, no les importó no contar con alimento. Estaban en el lugar en donde todo su ser, espíritu, alma y cuerpo, se sentían satisfechos.
Son muchas las personas que todos los días asumen retos y nuevos desafíos, sin embargo, son pocos los que acuden al Señor para recibir la provisión necesaria para culminarlos. Esto hace que sean pocos los que logran llegar a su destino, a la meta que se fijaron. Muchos se "desmayan" por el camino y no logran terminar, o simplemente, deciden abandonar ese camino, para irse por uno más fácil, aunque eso implique un destino diferente. Esto hace que muchos se sientan fracasados, derrotados, y que muchos sueños nunca lleguen a hacerse realidad.
Dios tiene todo bajo control y no hay detalle que se escape de su mente. Él ya sabe qué necesitamos para lograr nuestras metas, y es por eso que nos dice a través del profeta Jeremías: "porque Yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, pensamientos de bien y no de mal, para daros el fin que esperáis" (Jeremías 29:11).
Es ante Él que debes iniciar cada nuevo día, para recibir la provisión que Él quiere darte, de manera que no te falten las fuerzas para lograr tus metas, y así no desmayes ni te rindas a mitad de camino.
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Dios te bendiga y que tengas un excelente día.
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