Mateo 14 nos presenta la forma en que Juan el Bautista fue vilmente asesinado, por parte de Herodes Antipas, tetrarca (gobernador) de Galilea y Perea, territorios al norte y al occidente de Israel, respectivamente.
Juan el Bautista, se había hecho fastidioso para Herodes, porque este lo reprendía severamente, por estar viviendo en adulterio con Herodías, mujer de su hermanastro Felipe, razón por la cual, decidió encarcelarlo. Sin embargo, esto no era suficiente para Herodías, quien lo odiaba a muerte, porque Juan interfería en su vida, al reprender a Herodes. Lo odiaba a tal punto, que deseaba matarlo, pero no podía, porque a pesar de que se había hecho fastidioso para Herodes, este le temía, al saber que era un varón justo y santo.
Pero, a pesar de que Herodes lo protegía, Herodías se las ingenió para cumplir con su cometido. Y fue así, como el día del cumpleaños de Herodes, cuando este ofreció un banquete a los príncipes, tribunos y principales de Galilea, entró Salomé, hija de Herodías, a ofrecerle una danza a Herodes, quien prometió darle lo que ella le pidiera. Salomé entonces, asesorada por Herodías, pidió la cabeza de Juan el Bautista. Herodes, sintiéndose presionado por su juramento y por quienes fueron testigos de su promesa, envió a que decapitaran a Juan.
Pero a partir de ese momento, no tuvo tranquilidad en su mente ni en su corazón. El remordimiento y el sentimiento de culpa por lo que había hecho, habían acabado con toda su tranquilidad. Tanto así, que cuando escuchó acerca de Jesús, de inmediato dijo: "Este es Juan el Bautista; ha resucitado de los muertos, y por eso actúan en él estos poderes".
Mientras que Juan el Bautista tuvo que padecer la muerte por no callar la verdad y reprender las malas obras de quien gobernaba en aquel entonces; aquel que ordenó su asesinato, pasó a ser preso de la culpa y el miedo.
El peso en nuestras conciencias por cosas que hemos hecho mal, es algo que muchas veces nos lleva a vivir atemorizados y con sentimientos de culpa que nos minimizan. Y aunque Herodes tenía una muy buena razón para sentirse culpable, si se hubiera acercado al Señor, habría sido liberado de ese peso, tal y como sucedió con Pablo, antes llamado Saulo, el cual durante algún tiempo se dedicó a perseguir a los cristianos, consintiendo en la muerte de algunos como Esteban (Hechos 8:1-3).
Dios quiere que sepas que Él puede liberarte del peso de la culpa y de los miedos que trae consigo el pecado. Si tan sólo te acercas en el nombre de Jesús y te rindes ante Su presencia, confesando todos tus pecados, "Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad" (1ª Juan 1:9).
Es mi oración a Dios que esta enseñanza edifique tu vida y puedas compartirla con tus amigos y familiares.
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Dios te bendiga y que tengas un excelente día.
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