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En este capítulo de Mateo el
Señor Jesús está enseñando a los discípulos varias lecciones que necesitarán
para cuando Él ya no esté con ellos, y para enseñarles estas lecciones, lo hizo
poniendo en medio de ellos, a un niño como ejemplo. En los versículos 10 al 14,
les está enseñando la importancia que tienen los más pequeños en el reino de
los cielos, y que ellos no deben despreciarlos, porque para Dios son tan
importantes, que tiene ángeles con ellos para que los custodien, y esos ángeles
ven siempre el rostro del Señor, es decir, a Dios le informan acerca de todo lo
que ocurra con esos pequeñitos.
Les dice además que, Él vino
a salvar lo que se había perdido, reafirmándoles lo dicho en el versículo
anterior, cuando les dijo que no debían despreciarlos.
Posteriormente, confirma lo
dicho en los dos versículos anteriores a través de una parábola, diciéndoles
que, si un hombre pierde una de sus ovejas, deja a las demás y se va a buscar a
la que se le ha perdido; y si llega a encontrarla, se alegra por haberla
recuperado, mucho más que por las que no se descarriaron.
Nótese que el Señor no dice
que a aquel que se le pierde una oveja, abandona a las demás, sino que las
deja, es decir, se asegura que no se le vaya a perder alguna otra, y luego sí
se va a buscar la que se le perdió. Esta parábola la dice con el objeto de
hacerle entender a los discípulos que así debían hacer ellos, no dejando perder
ninguna de las ovejas que el Señor pondría bajo su cuidado.
Esta enseñanza la reitera
posteriormente a Pedro, cuando después de resucitado, el Señor le pregunta en
tres ocasiones diciendo: “Pedro, ¿me amas?”, y en donde, después de recibir
tres veces la respuesta afirmativa de Pedro, le encarga diciendo en las tres
ocasiones: “Apacienta mis corderos”, “Pastorea mis ovejas” y “Apacienta mis
ovejas”.
Y termina el Señor, en el
versículo 14 diciéndoles que, la voluntad de Dios es que no se pierda ninguno
de sus pequeñitos.
Ahora bien, no quiere decir
que para causarle alegrías al Señor, debamos andar perdidos, pues una oveja o
un cordero perdidos y lejos de su pastor, son presa fácil de las fieras del
campo, y la Palabra de Dios nos enseña que nuestro adversario el diablo, anda
alrededor como león rugiente, buscando a quien devorar.
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Dios te bendiga y que tengas un excelente día.
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